Este artículo, escrito por José Morales, director de L&M Data Communications, describe la evolución de Wi-Fi desde sus inicios, explorando sus precursores y las diferentes generaciones, hasta llegar a Wi-Fi 7 y 8. Estos nuevos estándares marcarán el futuro de Wi-Fi, por lo que es imprescindible conocerlos.
Orígenes y precursores
Los orígenes del Wi-Fi se remontan a principios del siglo XX, con experimentos pioneros en la transmisión de ondas electromagnéticas. Investigadores como Guglielmo Marconi realizaron avances significativos en la comunicación inalámbrica, aunque sus sistemas estaban lejos de la sofisticación de las redes Wi-Fi modernas.
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Sin embargo, estos primeros experimentos establecieron los principios fundamentales que luego se aplicarían a la tecnología inalámbrica.
No fue hasta finales del siglo XX cuando se sentaron las bases para la tecnología inalámbrica que conocemos hoy en día.
La convergencia de varias innovaciones tecnológicas, incluyendo avances en la miniaturización de componentes electrónicos y el desarrollo de protocolos de comunicación más eficientes, fue crucial para el surgimiento de la tecnología Wi-Fi.
En 1941, la actriz e inventora Hedy Lamarr y el compositor George Antheil desarrollaron un sistema de comunicación secreta mediante «salto de frecuencia», una técnica que sentó las bases para la modulación utilizada inicialmente en las redes inalámbricas modernas. Este sistema, concebido para evitar la interferencia en las comunicaciones militares, demostró la viabilidad de utilizar diferentes frecuencias para mejorar la calidad y seguridad de la transmisión inalámbrica. Aunque inicialmente no fue aplicado a a comunicación civil, su impacto en el desarrollo de la tecnología inalámbrica es innegable.
Anteriores tecnologías
Antes de la llegada de Wi-Fi comercial, existían tecnologías inalámbricas que sentaron las bases para su desarrollo. En la década de 1980, las redes inalámbricas comenzaron a utilizarse en entornos industriales y militares, donde la necesidad de comunicación sin cables era crítica.
Estas primeras redes, a menudo limitadas en alcance y velocidad, utilizaban tecnologías de radiofrecuencia, pero lidiaban con desafíos significativos como las interferencias y la baja capacidad de datos. El desarrollo de protocolos más robustos y eficientes fue esencial para superar estas limitaciones y preparar el terreno para el desarrollo del Wi-Fi.
La necesidad de una tecnología inalámbrica más eficiente, accesible y con mayor capacidad de datos impulsó la investigación y el desarrollo que culminaría en el primer estándar Wi-Fi. Este proceso involucró la colaboración de diversas empresas, instituciones y académicos que trabajaron en la estandarización y la optimización de la tecnología, permitiendo su aplicación masiva en entornos civiles.